jueves, 10 de septiembre de 2009

MARIO DE AYGUAVIVES

El primero de los artistas que no dudamos en nombrar es Mario de Ayguavives. Su obra en general, y sus trabajos en torno a la arquitectura y la ciudad de "Otra ciudad" (1999-2004) en particular, dan de lleno en la unión de los conceptos de No-lugar y urbe que comentábamos en la entrada anterior.

El Zaragozano Ayguavives (1968), profesor de diseño asistido por ordenador en la Escuela de Arte de Zaragoza, persigue la ausencia de los signos de identificación y en estos últimos años el retoque fotográfico digital le ha permitido desarrollar aun más esta tarea. En su trabajo para  "Otra Ciudad" manipula los rasgos definitorios de la ciudad elegida convirtiendo la serie en un conjunto de imágenes de ciudades frías y sin identidad, en una metáfora de exageración del hecho de la globalización y el monopolio capitalista que hace perder al entorno urbano cualquier atisbo de particularidad.

Ciudades idénticas unas a otras donde grandes bloques de cemento y carreteras se levantan para comunicar un mundo sin idiosincrasia y para el que el paisaje urbano es impersonal y global casi mundialmente.

En cuanto a su uso del retoque digital Ayguavives comentó lo siguiente en una entrevista:

El hecho de que para expresar estas ideas haya utilizado las últimas tecnologías informáticas aplicadas a la imagen tiene tanto de paradójico como de intencionado, precisamente por eso. Ya he dicho antes que, en principio, el progreso es positivo. Una herramienta fruto de ese desarrollo es la que me ha permitido crear imágenes que, aunque siempre estén muy manipuladas, pretendo que se mantengan al límite de la realidad y resulten totalmente creíbles al espectador. Pienso que si éste cree que las imágenes presentadas a lo largo de estas series son o pueden ser reales, y le resultan de algún modo familiares, significa que mi preocupación tiene bastante fundamento.

En otra de sus exposiciones este autor realiza el mismo juego de inquietud con imágenes de paisajes naturales los cuales también manipula. Así nos describe su proceso creativo:

Después manipulo esas fotografías con el ordenador a mi antojo, tal y como ha hecho el ser humano con toda la tierra, e introduzco en esos paisajes un aspecto perturbador mediante la repetición, una o más veces, de alguno de sus componentes o mediante el uso de la simetría. Así, pretendo producir una fuerte contradicción con la naturaleza donde nunca hay dos elementos exactamente iguales, siendo la repetición con su supuesta perfección, algo propio de la industrialización. Los paisajes que he creado pueden resultar bellos, igual que muchos otros productos de consumo diseñados por el hombre, pero en ellos hay algo artificial y tan perfecto que debería inquietarnos.

Deberíamos buscar y observar más el poco paisaje natural que hemos dejado, si es que aún queda algo entre tanto paisaje de consumo, y ver cómo en la naturaleza la auténtica belleza y riqueza se encuentran en la diversidad. Por eso la naturaleza invita a mirar, a observar, a contemplar, a reflexionar y, por supuesto, a aprender.

Así, en su obra, este fotógrafo afirma realizar crítica y autocrítica encauzado hacia los por menores muy cuestionables de la vida posmoderna. Como dice en la anterior entrevista de la que solo hemos sacado fragmentos, en el mundo actual podemos llevar el mismo tipo de vida en una punta u otra del mundo casi sin darnos cuenta en que país estamos. Evidentemente y a nuestro parecer, esto es una exageración de la globalización por el momento ya que lo antropológico de cada lugar con el tiempo acaba resurgiendo por alguna esquina, aunque sea a niveles mínimos.

De todos modos, no deja de ser desconcertante pensar que las últimas corrientes que ahora apuestan por la glocalización (globalización desde lo local) no son más que una globalización encubierta tras velos culturales igualmente prefabricados por compañías cuyo único fin sigue siendo vender, usando este supuesto acercamiento-adaptación cultural como una técnica más de marketing masivo y aplastante. 

lunes, 7 de septiembre de 2009

PRÓLOGO

Algunos en realidad más contemporáneos que otros, con las actualizaciones de este blog no pretendo gran cosa. Más cercano a una versión vulgar, desde un punto de vista bastante personal y autóctono, de un ejemplar de Art Now de la editorial Taschen iré semana a semana, si es que llego a cumplirlo, ir dando toques de atención sobre artistas contemporáneos que voy descubriendo.

Aun es pronto para cerrar unas normas o márgenes de los que no piense salir ya que no tengo claro del todo el concepto de este blog. Artes plásticas, video-arte, instalación, performance, incluso teatro gestual si hace falta.

Mis conocimientos no son demasiado amplios y lo único que haré será ir organizando lo que veo y leo sobre dichas disciplinas. De todos modos, como se suele decir, la cabra tira al monte y yo que soy medio oveja iré siguiendo lo que pase por mi ventana.

Para el primer post tiro de fondo de disco duro y partiré de la unión de un concepto y un elemento: el “no lugar” y la urbe.

La superpoblación y la especulación inmobiliaria y del suelo han generado paisajes aterradores dando lugar a una atmósfera asfixiante en la que se aspira hormigón y alquitrán en vez de oxígeno. También ha dado pie a la pesadilla del cataclismo ante la posibilidad del día después, de la ciudad deshabitada, del que será de nosotros cuando esto explote y no me meteré en mencionar películas sobre el tema porque sería una referencia eterna (bueno, solo una “Children of men” que trata el justo antes de). También hemos soñado con la ingenua imagen del optimismo tecno-científico y es que según muchos en el siglo XXI todos nos teletransportamos y usamos ropa brillante metalizada con hombreras “saturnianas”.

 

El ciudadano sueña con casas imposibles en ciudades que no existen y que viven, vivimos en casas de papel y ciudades de humo y luz.

                                                                Rosa Olivares

 

Así, el sentimiento artístico ha llevado a los artistas actuales de la mera representación subjetiva a una versión individual. El desarrollo de la urbanización planetaria ha llevado a la mayoría de éstos a un sentimiento de desarraigo y soledad o denuncia al respecto de estas urbes y metrópolis en las que el ser humano no es hombre o mujer sino número, estadística o consumidor-productor.

 

Marc Augé, en Los no lugares. Espacios del movimiento. Una antropología de sobremodernidad. Barcelona, Gedisa, 2005; habla del no lugar, que se opone al lugar antropológico.

El no lugar está dominado por la cultura del exceso. Particularismo. Eco e individualidad. Lo individual renace.

 

“Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de “lugares de memoria” ocupan un lugar circunscrito y específico.”

 

Una oficina, un ascensor, una autopista tienen pocos elementos que los puedan relacionar con una historia o tradición cultural concreta. Así pues muchos lugares dentro de estas ciudades que antes mencionaba como impersonales y desprotegidas del copia y pega urbanístico pueden considerarse dentro de esta categoría de no lugar. Así el síndrome turista hace mella en estos y muchas veces no entendemos porqué viajamos a países exóticos para acabar metidos en hoteles a la manera occidental; o estando de vacaciones en Moscú acabamos entrando a comer en un McDonald. Estos no lugares se vuelven antropológicos cuando el nuestro propio está lejos y es que lo desconocido o no habitado a nuestra manera da miedo.

 

Alrededor de estos conceptos mencionaré en siguientes post artistas, en este caso sobre todo fotógrafos, que manejan esta relación.