sábado, 10 de octubre de 2009

MATTA Y MATTA-CLARK

    En mi periplo sudamericano de hace unos años conocí la obra del progenitor de artistas y gloria de las vanguardias artísticas del siglo XX (en su visión chilena) Roberto Matta. Para definirlo de una forma breve es el paisajista de la mente surrealista. Desarrolló su vida entre Santiago de Chile, Nueva York y París para morir en 2002 en Italia.

Es un tanto penoso el lugar que la Gran Tita Cervera le ha dado a los cuadros de este Neruda de la pintura chilena en el Museo Thyssen de Madrid. Si entráis en dicho museo podéis bajar por las escaleras que están a la izquierda de la taquilla sin tener que pagar. Descubriréis varios de sus gigantescos cuadros junto a la puerta de los baños del museo. 

Matta afirmaba esto sobre los museos:

"Yo soy un caballo salvaje y ahora todos los museos son caballerizas"

Te debieron tomar la palabra querido Roberto ya que a falta de caballerizas te pusieron en el baño. Tú que eres de ascendencia vasca (véase en la wikipedia su segundo apellido) y mira como te lo paga la madre patria.

Roberto Matta tuvo una relación compleja y distante con Chile. Sólo en 1990, cuando ya era considerado una figura clave de la pintura del siglo XX, recibió muy tardíamente el Premio Nacional de Arte. El entonces ministro de Educación, Ricardo Lagos, lo llamó a Italia para darle la noticia e invitarlo a visitar el país, pero el pintor le respondió:

"No, Chile está tan lejos y yo estoy viejo. ¿Por qué no le venden Chile a los japoneses y se compran un lugar más chico y cerca de aquí?".

De este gran y sarcástico hombrecillo han surgido una serie de vástagos y viudas que, aferrados a su figura y patrimonio, ahora se sacan los ojos por su herencia y gestionar su fundación.

      Mi vuelta a España coincidió por aquel entonces con ARCO ´06 en Madrid. Allí, en el stand de la galería Thessa Herold de París, descubrí la obra de su hija, Federica Matta, una de las que sí ha permanecido más ligada a las raíces chilenas de su padre hasta incluso llegar a diseñar los juegos de la Plaza Brasil de la capital chilena.. La última vez que pasé por dicha plaza estaban llenos de pintadas y jóvenes dándose paraguazos (es una forma de llamar a la peor derivación de la marihuana que puedes fumar en Chile). Tampoco quiero restarle mérito pero lo poco que vi de su obra era una reinterpretación “happy” de su padre con la cual quedé bastante decepcionado.

Fue una sorpresa descubrir que en esas mismas fechas, en el Reina Sofía, había una retrospectiva de Gordon Matta-Clark que es el mayor de los hijos de Matta. Batán y Gordon eran los primogénitos mellizos fruto del primer matrimonio del chileno con la norteamericana Anne Clark hasta que murieron: el primero se suicidó a los 34 años en 1977, y Gordon, quien fue un destacado artista de la escena neoyorkina de los '70, murió de cáncer 18 meses después.

No entiendo como Gordon Matta-Clark pasó tan desapercibido en la época. Como algunos lo definieron es el James Dean de la escena neoyorkina de aquel momento. Un trasgresor  conceptual de los que ya no quedan.

Su obra, que él se encargó de definir como 'hermenéutica marxista', posee la belleza convulsa de un tiempo de crisis vivido desde la lucidez.

Buscó en la arquitectura espacios internos más allá de la geometría construida y he aquí su relación con el concepto de “no lugar” del que estamos intentando hablar desde el comienzo de este blog.

Gordon Matta-Clark estudió arquitectura en la Universidad de Ithaca en el Estado de Nueva York y literatura en París, pero decidió ser artista y no ser ni ejercer de arquitecto. Como tal, desarrolló entre 1970 y 1978 el corpus de obra más complejo del último tercio del XX, abrumadoramente no objetual, y trabajó como ningún otro en la urgencia de los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que la crisis sesentayochista había evidenciado. A finales de los años sesenta irrumpe en la esfera artística de Nueva York con los títulos de primer beneficiario de la herencia de los años sesenta: pop, minimalismo y conceptualismo y sobre ellos construye un entramado, política y artísticamente articulado, de crítica institucional, generando experiencias colectivas en el interior del espacio público.

Sus comienzos estuvieron centrados en su preocupación por los nuevos modos culturales en la vida cotidiana y por las nuevas subjetividades e identidades políticas posteriores a 1968: trabajando con basura, ofreciendo oxígeno a los transeúntes de Nueva York, abriendo un restaurante gestionado y dirigido por artistas, poniendo en tela de juicio la propiedad privada del suelo... o subiéndose a la Clocktower para, colgado de su reloj, proceder a afeitarse, ducharse y lavarse los dientes.

En donde realmente Matta-Clark dio el gran salto fue en sus trabajos con la arquitectura y el espacio. No veía en los edificios más que unas esculturas con tuberías y, en una sucesión de metáforas dentro de otras, buscó espacios internos más allá de la geometría construida. "La auténtica naturaleza de mi trabajo con edificios está en desacuerdo con la actitud funcionalista, en la medida en que esa responsabilidad profesional cínica ha omitido cuestionar o reexaminar la calidad de vida que se ofrece".

Las intervenciones en edificios (cortándolos, seccionándolos, troceándolos, agujereándolos, desplazándolos) le permitieron materializar ideas sobre el espacio que él intuía desde una dialéctica personal (designar espacios, crear complejidad). Las dualidades que fue descubriendo, impecablemente reflejadas en sus montajes fotográficos (vertical/horizontal, interior/exterior, vacío/lleno) resumen en términos de experiencia estética más de 2.000 años de ideas filosóficas sobre el espacio.

"Tengo interés en una expedición al subsuelo: una búsqueda de los espacios olvidados y enterrados bajo la ciudad... Esta actividad debería sacar el arte de la galería e introducirlo en las cloacas".

Los contenedores corporales y sociales,  la degradación urbana y los edificios okupados le permitieron trascender el conflicto que mantuvo con la Institución Arquitectura. Uno de los primeros episodios de dicho conflicto lo protagonizó al ser invitado a participar en una exposición en la Cooper Union. En este caso, su obra consistió en el desmontaje de las ventanas del lugar de la exposición para poner en su lugar fotografías de las ventanas reventadas de edificios degradados del Bronx, y sucedió que las ventanas fueron repuestas, la participación de Matta-Clark cancelada y que Peter Eisenman le acusó indirectamente de nazi. Este conflicto continúa hasta hoy y se hace visible cuando, por ejemplo, este artista sigue estando vetado en las bienales de arquitectura de Venecia.

"Los arquitectos construyen, los artistas destruyen", afirmaba Dan Graham a propósito de la obra de Matta-Clark.

Él, en definitiva, transformó en arte lo que las organizaciones ciudadanas, partidos y sindicatos no querían, no podían u olvidaban hacer: perseverar en el proyecto moderno de emancipación. Más que poner el dedo en la llaga, hundió sus manos y su cabeza en las heridas  del capitalismo tardío. Por eso es un artista ineludible a la hora de entender el arte de los últimos cincuenta años.

jueves, 10 de septiembre de 2009

MARIO DE AYGUAVIVES

El primero de los artistas que no dudamos en nombrar es Mario de Ayguavives. Su obra en general, y sus trabajos en torno a la arquitectura y la ciudad de "Otra ciudad" (1999-2004) en particular, dan de lleno en la unión de los conceptos de No-lugar y urbe que comentábamos en la entrada anterior.

El Zaragozano Ayguavives (1968), profesor de diseño asistido por ordenador en la Escuela de Arte de Zaragoza, persigue la ausencia de los signos de identificación y en estos últimos años el retoque fotográfico digital le ha permitido desarrollar aun más esta tarea. En su trabajo para  "Otra Ciudad" manipula los rasgos definitorios de la ciudad elegida convirtiendo la serie en un conjunto de imágenes de ciudades frías y sin identidad, en una metáfora de exageración del hecho de la globalización y el monopolio capitalista que hace perder al entorno urbano cualquier atisbo de particularidad.

Ciudades idénticas unas a otras donde grandes bloques de cemento y carreteras se levantan para comunicar un mundo sin idiosincrasia y para el que el paisaje urbano es impersonal y global casi mundialmente.

En cuanto a su uso del retoque digital Ayguavives comentó lo siguiente en una entrevista:

El hecho de que para expresar estas ideas haya utilizado las últimas tecnologías informáticas aplicadas a la imagen tiene tanto de paradójico como de intencionado, precisamente por eso. Ya he dicho antes que, en principio, el progreso es positivo. Una herramienta fruto de ese desarrollo es la que me ha permitido crear imágenes que, aunque siempre estén muy manipuladas, pretendo que se mantengan al límite de la realidad y resulten totalmente creíbles al espectador. Pienso que si éste cree que las imágenes presentadas a lo largo de estas series son o pueden ser reales, y le resultan de algún modo familiares, significa que mi preocupación tiene bastante fundamento.

En otra de sus exposiciones este autor realiza el mismo juego de inquietud con imágenes de paisajes naturales los cuales también manipula. Así nos describe su proceso creativo:

Después manipulo esas fotografías con el ordenador a mi antojo, tal y como ha hecho el ser humano con toda la tierra, e introduzco en esos paisajes un aspecto perturbador mediante la repetición, una o más veces, de alguno de sus componentes o mediante el uso de la simetría. Así, pretendo producir una fuerte contradicción con la naturaleza donde nunca hay dos elementos exactamente iguales, siendo la repetición con su supuesta perfección, algo propio de la industrialización. Los paisajes que he creado pueden resultar bellos, igual que muchos otros productos de consumo diseñados por el hombre, pero en ellos hay algo artificial y tan perfecto que debería inquietarnos.

Deberíamos buscar y observar más el poco paisaje natural que hemos dejado, si es que aún queda algo entre tanto paisaje de consumo, y ver cómo en la naturaleza la auténtica belleza y riqueza se encuentran en la diversidad. Por eso la naturaleza invita a mirar, a observar, a contemplar, a reflexionar y, por supuesto, a aprender.

Así, en su obra, este fotógrafo afirma realizar crítica y autocrítica encauzado hacia los por menores muy cuestionables de la vida posmoderna. Como dice en la anterior entrevista de la que solo hemos sacado fragmentos, en el mundo actual podemos llevar el mismo tipo de vida en una punta u otra del mundo casi sin darnos cuenta en que país estamos. Evidentemente y a nuestro parecer, esto es una exageración de la globalización por el momento ya que lo antropológico de cada lugar con el tiempo acaba resurgiendo por alguna esquina, aunque sea a niveles mínimos.

De todos modos, no deja de ser desconcertante pensar que las últimas corrientes que ahora apuestan por la glocalización (globalización desde lo local) no son más que una globalización encubierta tras velos culturales igualmente prefabricados por compañías cuyo único fin sigue siendo vender, usando este supuesto acercamiento-adaptación cultural como una técnica más de marketing masivo y aplastante. 

lunes, 7 de septiembre de 2009

PRÓLOGO

Algunos en realidad más contemporáneos que otros, con las actualizaciones de este blog no pretendo gran cosa. Más cercano a una versión vulgar, desde un punto de vista bastante personal y autóctono, de un ejemplar de Art Now de la editorial Taschen iré semana a semana, si es que llego a cumplirlo, ir dando toques de atención sobre artistas contemporáneos que voy descubriendo.

Aun es pronto para cerrar unas normas o márgenes de los que no piense salir ya que no tengo claro del todo el concepto de este blog. Artes plásticas, video-arte, instalación, performance, incluso teatro gestual si hace falta.

Mis conocimientos no son demasiado amplios y lo único que haré será ir organizando lo que veo y leo sobre dichas disciplinas. De todos modos, como se suele decir, la cabra tira al monte y yo que soy medio oveja iré siguiendo lo que pase por mi ventana.

Para el primer post tiro de fondo de disco duro y partiré de la unión de un concepto y un elemento: el “no lugar” y la urbe.

La superpoblación y la especulación inmobiliaria y del suelo han generado paisajes aterradores dando lugar a una atmósfera asfixiante en la que se aspira hormigón y alquitrán en vez de oxígeno. También ha dado pie a la pesadilla del cataclismo ante la posibilidad del día después, de la ciudad deshabitada, del que será de nosotros cuando esto explote y no me meteré en mencionar películas sobre el tema porque sería una referencia eterna (bueno, solo una “Children of men” que trata el justo antes de). También hemos soñado con la ingenua imagen del optimismo tecno-científico y es que según muchos en el siglo XXI todos nos teletransportamos y usamos ropa brillante metalizada con hombreras “saturnianas”.

 

El ciudadano sueña con casas imposibles en ciudades que no existen y que viven, vivimos en casas de papel y ciudades de humo y luz.

                                                                Rosa Olivares

 

Así, el sentimiento artístico ha llevado a los artistas actuales de la mera representación subjetiva a una versión individual. El desarrollo de la urbanización planetaria ha llevado a la mayoría de éstos a un sentimiento de desarraigo y soledad o denuncia al respecto de estas urbes y metrópolis en las que el ser humano no es hombre o mujer sino número, estadística o consumidor-productor.

 

Marc Augé, en Los no lugares. Espacios del movimiento. Una antropología de sobremodernidad. Barcelona, Gedisa, 2005; habla del no lugar, que se opone al lugar antropológico.

El no lugar está dominado por la cultura del exceso. Particularismo. Eco e individualidad. Lo individual renace.

 

“Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no lugar. La hipótesis aquí defendida es que la sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que, contrariamente a la modernidad baudeleriana, no integran los lugares antiguos: éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la categoría de “lugares de memoria” ocupan un lugar circunscrito y específico.”

 

Una oficina, un ascensor, una autopista tienen pocos elementos que los puedan relacionar con una historia o tradición cultural concreta. Así pues muchos lugares dentro de estas ciudades que antes mencionaba como impersonales y desprotegidas del copia y pega urbanístico pueden considerarse dentro de esta categoría de no lugar. Así el síndrome turista hace mella en estos y muchas veces no entendemos porqué viajamos a países exóticos para acabar metidos en hoteles a la manera occidental; o estando de vacaciones en Moscú acabamos entrando a comer en un McDonald. Estos no lugares se vuelven antropológicos cuando el nuestro propio está lejos y es que lo desconocido o no habitado a nuestra manera da miedo.

 

Alrededor de estos conceptos mencionaré en siguientes post artistas, en este caso sobre todo fotógrafos, que manejan esta relación.